4
Dile que deje de preocuparse; que no hay por qué temer a la ira feroz de esos dos tizones apagados que son Rezín, rey de Aram y Peka, hijo de Remalías.
5
Es verdad que los reyes de Aram y de Israel han conspirado contra él diciendo:
6
“Atacaremos a Judá y lo conquistaremos y pertenecerá a nosotros. Después pondremos en el trono de Judá al hijo de Tabeel”.
7
Pero esto dice el Señor
Soberano:
»“Esta invasión nunca sucederá,
nunca se llevará a cabo;
8
pues Aram no es más fuerte que Damasco, su capital,
y Damasco no es más fuerte que Rezín, su rey.
En cuanto a Israel, dentro de sesenta y cinco años
será aplastado y destruido por completo.
9
Israel no es más fuerte que Samaria, su capital,
y Samaria no es más fuerte que Peka, hijo de Remalías, su rey.
A menos que ustedes tengan una fe firme,
no puedo hacer que permanezcan firmes”».
10
Señal de Emanuel
Más tarde, el Señor
le envió al rey Acaz el siguiente mensaje:
11
«Acaz, pídele al Señor
tu Dios una señal de confirmación. Hazla tan difícil como quieras: tan alta como los cielos o tan profunda como el lugar de los muertos».
12
Pero el rey se negó.
—No —dijo el rey—. No pondré a prueba al Señor
así.
13
Entonces Isaías le dijo:
—¡Escuchen bien, ustedes de la familia real de David! ¿Acaso no les basta con agotar la paciencia humana? ¿También tienen que agotar la paciencia de mi Dios?
14
Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La virgen
concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa “Dios está con nosotros”).