25
Sin embargo, ¿para qué arriesgarnos otra vez a morir? Si el Señor
nuestro Dios vuelve a hablarnos, seguramente moriremos y seremos consumidos por ese imponente fuego.
26
¿Puede algún ser vivo oír la voz del Dios viviente que sale de en medio del fuego —como la oímos nosotros— y seguir con vida?
27
Ve tú y escucha lo que dice el Señor
nuestro Dios. Luego ven a contarnos todo lo que él te diga, y nosotros escucharemos y obedeceremos”.
28
»El Señor
oyó la petición que me hicieron y dijo: “He oído todo lo que los israelitas te dijeron, y tienen razón.
29
¡Oh, si siempre tuvieran un corazón así, si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les iría bien a ellos y a sus descendientes.
30
Ve y diles: ‘Regresen a sus carpas’.
31
Pero tú quédate aquí conmigo, para que te dé todos mis mandatos, decretos y ordenanzas. Enséñaselos al pueblo, para que los obedezcan en la tierra que les doy como posesión”».
32
Así que Moisés le dijo al pueblo: «Asegúrense de obedecer todos los mandatos del Señor
su Dios y de seguir sus instrucciones al pie de la letra.
33
Manténganse en el camino que el Señor
su Dios les ordenó que siguieran. Entonces tendrán una vida larga y les irá bien en la tierra donde están a punto de entrar y que van a poseer.