1
Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día del mal el SEÑOR lo librará.
2
El SEÑOR lo protegerá y lo mantendrá con vida, y será bienaventurado sobre la tierra; y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
3
El SEÑOR lo sostendrá en su lecho de enfermo; en su enfermedad, restaurarás su salud .
4
Yo dije: Oh SEÑOR, ten piedad de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado.
5
Mis enemigos hablan mal contra mí, diciendo: ¿Cuándo morirá y perecerá su nombre?
6
Y si alguno viene a verme, habla falsedades; su corazón recoge iniquidad para sí; cuando sale fuera, lo publica.
7
Todos los que me odian murmuran a una contra mí; traman hacerme daño, diciendo:
8
Una cosa del demonio ha sido derramada sobre él, así que cuando se acueste, no volverá a levantarse.
9
Aun mi íntimo amigo en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, contra mí ha levantado su calcañar.
10
Pero tú, oh SEÑOR, ten piedad de mí y levántame, para que yo les pague como se merecen.
11
Por esto sé que conmigo te complaces, porque mi enemigo no canta victoria sobre mí.
12
En cuanto a mí, me mantienes en mi integridad, y me afirmas en tu presencia para siempre.
13
Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel, desde la eternidad hasta la eternidad. Amén y amén.