4
No me dejas dormir;
¡estoy tan afligido que ni siquiera puedo orar!
5
Pienso en los viejos tiempos,
que acabaron hace tanto,
6
cuando mis noches estaban llenas de alegres canciones.
Ahora busco en mi alma y considero la diferencia.
7
¿Me habrá rechazado para siempre el Señor?
¿Nunca más volverá a ser bondadoso conmigo?
8
¿Se ha ido para siempre su amor inagotable?
¿Han dejado de cumplirse sus promesas para siempre?
9
¿Se ha olvidado Dios de ser bondadoso?
¿Habrá cerrado de un portazo la entrada a su compasión?
Interludio
10
Y yo digo: «Este es mi destino;
el Altísimo volvió su mano contra mí».
11
Pero después me acuerdo de todo lo que has hecho, oh Señor
;
recuerdo tus obras maravillosas de tiempos pasados.
12
Siempre están en mis pensamientos;
no puedo dejar de pensar en tus obras poderosas.
13
Oh Dios, tus caminos son santos.
¿Existe algún dios tan poderoso como tú?
14
¡Eres el Dios de grandes maravillas!
Demuestras tu asombroso poder entre las naciones.
15
Con tu fuerte brazo, redimiste a tu pueblo,
los descendientes de Jacob y de José.
Interludio
16
Cuando el mar Rojo te vio,
oh Dios,
sus aguas miraron y temblaron;
el mar se estremeció hasta las profundidades.
17
Las nubes derramaron lluvia;
el trueno retumbó en el cielo;
tus flechas destellaron como rayos.
18
Tu trueno rugió desde el torbellino;
¡los relámpagos iluminaron el mundo!
La tierra tembló y se estremeció.
19
Te abriste camino a través del mar
y tu sendero atravesó las poderosas aguas,
¡una senda que nadie sabía que estaba allí!
20
Guiaste a tu pueblo por ese camino como a un rebaño de ovejas,
con Moisés y Aarón de pastores.