40
Por eso, el enojo del Señor
se encendió contra su pueblo,
y él aborreció a su posesión más preciada.
41
Los entregó a las naciones paganas
y quedaron bajo el gobierno de quienes los odiaban.
42
Sus enemigos los aplastaron
y los sometieron a su cruel poder.
43
Él los rescató una y otra vez,
pero ellos decidieron rebelarse en su contra,
y finalmente su pecado los destruyó.
44
Aun así, él sintió compasión por la angustia de ellos
y escuchó sus clamores.
45
Recordó el pacto que les había hecho
y desistió a causa de su amor inagotable.
46
Hasta hizo que sus captores
los trataran con amabilidad.
47
¡Oh Señor
nuestro Dios, sálvanos!
Vuelve a reunirnos de entre las naciones,
para que podamos agradecer a tu santo nombre,
alegrarnos y alabarte.
48
Alaben al Señor
, Dios de Israel,
quien vive desde siempre y para siempre.
Que todo el pueblo diga: «¡Amén!».
¡Alabado sea el Señor
!