6
—Entonces no puedo redimir la tierra —respondió el pariente redentor— porque esto pondría en peligro mi propia herencia. Redime tú la tierra; yo no lo puedo hacer.
7
En esos días era costumbre en Israel que cualquiera que transfiriera un derecho de compra se quitara la sandalia y se la entregara a la otra parte. Esto hacía válida la transacción de una manera pública.
8
Entonces el otro redentor de la familia se quitó la sandalia mientras le decía a Booz:
—Compra tú la tierra.
9
Entonces Booz les dijo a los ancianos y a la gente que estaba alrededor:
—Ustedes son testigos de que hoy le compré a Noemí toda la propiedad de Elimelec, Quelión y Mahlón.
10
Además, junto con la tierra adquirí a Rut, la viuda moabita de Mahlón, para que sea mi esposa. De este modo ella podrá tener un hijo para que el nombre de la familia de su difunto esposo continúe y herede aquí, en su pueblo natal, la propiedad de su familia. Hoy todos ustedes son testigos.
11
Entonces los ancianos y toda la gente que estaba en la puerta respondieron:
—¡Somos testigos! ¡Que el Señor
haga que esta mujer que va a ser parte de tu hogar sea como Raquel y Lea, de quienes descendió toda la nación de Israel! Que prosperes en Efrata y que seas famoso en Belén.
12
Y que el Señor
te dé descendientes por medio de esta joven que sean como los de nuestro antepasado Fares, el hijo de Tamar y Judá.
13
Los descendientes de Booz
Así que Booz llevó a Rut a su casa y la hizo su esposa. Cuando se acostó con ella, el Señor
permitió que quedara embarazada y diera a luz un hijo.
14
Entonces las mujeres del pueblo le dijeron a Noemí: «¡Alabado sea el Señor
, que te ha dado ahora un redentor para tu familia! Que este niño sea famoso en Israel.
15
Que él restaure tu juventud y te cuide en tu vejez. ¡Pues es el hijo de tu nuera que te ama y que te ha tratado mejor que siete hijos!».
16
Entonces Noemí tomó al niño, lo abrazó contra su pecho y cuidó de él como si fuera su propio hijo.