1
Rut en el campo de trillar
Un día Noemí le dijo a Rut:
—Hija mía, es tiempo de que yo te encuentre un hogar permanente para que tengas un porvenir asegurado.
2
Booz es nuestro pariente cercano, y él ha sido muy amable al dejarte recoger grano con las jóvenes. Esta noche estará aventando cebada en el campo de trillar.
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Mira, haz lo que te digo. Báñate, perfúmate y vístete con tu ropa más linda. Después baja al campo de trillar pero no dejes que Booz te vea hasta que termine de comer y de beber.
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Fíjate bien dónde se acuesta; después acércate a él, destapa sus pies y acuéstate allí. Entonces él te dirá lo que debes hacer.
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—Haré todo lo que me dices —respondió Rut.
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Así que esa noche bajó al campo donde se trilla el grano y siguió las instrucciones de su suegra.
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Después de que Booz terminó de comer y de beber y estuvo de buen ánimo, se acostó al otro extremo del montón de grano y se durmió. Entonces Rut se acercó sin hacer ruido, le destapó los pies y se acostó.
8
Alrededor de la medianoche, Booz se despertó de pronto y se dio vuelta. Entonces se sorprendió, ¡al encontrar a una mujer acostada a sus pies!
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—¿Quién eres? —preguntó.
—Soy Rut, su sierva —contestó ella—. Extienda sobre mí el borde de su manto ya que usted es el redentor de mi familia.
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—¡El Señor
te bendiga, hija mía! —exclamó Booz—. Muestras aún más lealtad familiar ahora que antes, pues no has ido tras algún hombre más joven, sea rico o pobre.
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Ahora, hija mía, no te preocupes por nada. Yo haré lo que sea necesario, porque todo el pueblo sabe que eres una mujer virtuosa.
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Pero aunque es cierto que yo soy uno de los redentores de tu familia, hay un pariente más cercano que yo.
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Quédate aquí esta noche, y por la mañana hablaré con él. Si está dispuesto a redimirte, muy bien; que se case contigo. Pero si no está dispuesto a hacerlo, entonces, ¡tan cierto como que el Señor
vive, yo mismo te redimiré! Ahora acuéstate aquí hasta la mañana.
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Entonces Rut se acostó a los pies de Booz hasta la mañana, pero ella se levantó muy temprano, antes de que hubiera suficiente luz para que una persona pudiera reconocer a otra; pues Booz había dicho:
—Nadie debe saber que estuvo una mujer aquí en el campo de trillar.
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Luego Booz le dijo:
—Trae tu manto y extiéndelo.
Entonces él midió seis medidas
de cebada sobre el manto y lo colocó sobre las espaldas de ella. Después él
regresó al pueblo.
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Cuando Rut volvió a donde estaba su suegra, Noemí le preguntó:
—¿Qué sucedió, hija mía?
Rut le contó a Noemí todo lo que Booz había hecho por ella
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y agregó:
—Me dio estas seis medidas de cebada y dijo: “No vuelvas a tu suegra con las manos vacías”.
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Entonces Noemí le dijo:
—Ten paciencia, hija mía, hasta que sepamos lo que pasa. El hombre no descansará hasta dejar resuelto el asunto hoy mismo.