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Luego la cargó de vuelta al pueblo y la mostró a su suegra. También le dio el grano tostado que le había sobrado de su comida.
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—¿Dónde recogiste todo este grano hoy? —preguntó Noemí—. ¿Dónde trabajaste? ¡Que el Señor
bendiga al que te ayudó!
Entonces Rut le contó a su suegra acerca del hombre en cuyo campo había trabajado. Le dijo:
—El hombre con quien trabajé hoy se llama Booz.
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—¡Que el Señor
lo bendiga! —le dijo Noemí a su nuera—. Nos muestra su bondad no solo a nosotras sino también a tu marido que murió.
Ese hombre es uno de nuestros parientes más cercanos, uno de los redentores de nuestra familia.
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Entonces Rut
dijo:
—Es más, Booz me dijo que volviera y me quedara con sus trabajadores hasta que termine la cosecha.
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—¡Excelente! —exclamó Noemí—. Haz lo que te dijo, hija mía. Quédate con las jóvenes hasta que termine la cosecha. En otros campos podrían molestarte, pero con él estarás segura.
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De modo que Rut trabajó junto a las mujeres en los campos de Booz y recogió grano con ellas hasta el final de la cosecha de cebada. Luego siguió trabajando con ellas durante la cosecha de trigo, a comienzos del verano. Y todo ese tiempo vivió con su suegra.