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Se levantaron de un salto, lo atacaron y lo llevaron a la fuerza hasta el borde del cerro sobre el cual estaba construida la ciudad. Querían arrojarlo por el precipicio,
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pero él pasó por en medio de la multitud y siguió su camino.
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Jesús expulsa un demonio
Después Jesús fue a Capernaúm, una ciudad de Galilea, y enseñaba en la sinagoga cada día de descanso.
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Allí también la gente quedó asombrada de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
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Cierta vez que Jesús estaba en la sinagoga, un hombre poseído por un demonio, un espíritu maligno,
comenzó a gritarle a Jesús:
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—¡Vete! ¿Por qué te entrometes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? ¡Yo sé quién eres: el Santo de Dios!
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—lo interrumpió Jesús y le ordenó—:
En ese mismo momento, el demonio arrojó al hombre al suelo mientras la multitud miraba; luego salió de él sin hacerle más daño.
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La gente, asombrada, exclamó: «¡Qué poder y autoridad tienen las palabras de este hombre! Hasta los espíritus malignos le obedecen y huyen a su orden».
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Las noticias acerca de Jesús corrieron por cada aldea de toda la región.
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Jesús sana a mucha gente
Después de salir de la sinagoga ese día, Jesús fue a la casa de Simón, donde encontró a la suegra de Simón muy enferma, con mucha fiebre. «Por favor, sánala», le suplicaron todos.
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De pie junto a su cama, Jesús reprendió a la fiebre y la fiebre se fue de la mujer. Ella se levantó de inmediato y les preparó una comida.