29
Confusa y perturbada, María trató de pensar lo que el ángel quería decir.
30
—No tengas miedo, María —le dijo el ángel—, ¡porque has hallado el favor de Dios!
31
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
32
Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David.
33
Y reinará sobre Israel
para siempre; ¡su reino no tendrá fin!
34
—¿Pero cómo podrá suceder esto? —le preguntó María al ángel—. Soy virgen.
35
El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, el bebé que nacerá será santo y será llamado Hijo de Dios.
36
Además, tu parienta Elisabet, ¡quedó embarazada en su vejez! Antes la gente decía que ella era estéril, pero ha concebido un hijo y ya está en su sexto mes de embarazo.
37
Pues nada es imposible para Dios.
38
María respondió:
—Soy la sierva del Señor. Que se cumpla todo lo que has dicho acerca de mí.
Y el ángel la dejó.
39
María visita a Elisabet
Pocos días después, María fue de prisa a la zona montañosa de Judea, al pueblo