19
Habían remado unos cinco o seis kilómetros
cuando de pronto vieron a Jesús caminando sobre el agua en dirección a la barca. Estaban aterrados,
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pero él exclamó:
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Entonces lo recibieron con entusiasmo en la barca, ¡y enseguida llegaron a su destino!
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Jesús, el pan de vida
Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla del lago se dio cuenta de que los discípulos habían tomado la única barca y que Jesús no había ido con ellos.
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Varias barcas de Tiberias arribaron cerca del lugar donde el Señor había bendecido el pan y la gente había comido.
24
Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y cruzaron el lago hasta Capernaúm para ir en busca de Jesús.
25
Lo encontraron al otro lado del lago y le preguntaron:
—Rabí,
¿cuándo llegaste acá?
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Jesús les contestó:
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No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre.
Pues Dios Padre me ha dado su sello de aprobación.
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—Nosotros también queremos realizar las obras de Dios —contestaron ellos—. ¿Qué debemos hacer?
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Jesús les dijo:
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—Si quieres que creamos en ti —le respondieron—, muéstranos una señal milagrosa. ¿Qué puedes hacer?
31
Después de todo, ¡nuestros antepasados comieron maná mientras andaban por el desierto! Las Escrituras dicen: “Moisés les dio de comer pan del cielo”
.
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Jesús les respondió:
33
pues el verdadero pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo.
34
—Señor —le dijeron—, danos ese pan todos los días.
35
Jesús les respondió:
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Pero ustedes no han creído en mí, a pesar de que me han visto.
37
Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré.
38
Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad.
39
Y la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio, sino que los resucite, en el día final.