29
Por eso Pilato, el gobernador, salió adonde estaban ellos y les preguntó:
—¿Qué cargos tienen contra este hombre?
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—¡No te lo habríamos entregado si no fuera un criminal! —replicaron.
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—Entonces llévenselo y júzguenlo de acuerdo con la ley de ustedes —les dijo Pilato.
—Solo los romanos tienen derecho a ejecutar a una persona —respondieron los líderes judíos.
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(Con eso se cumplió la predicción de Jesús acerca de la forma en que iba a morir).
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Entonces Pilato volvió a entrar en su residencia y pidió que le trajeran a Jesús.
—¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.
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Jesús contestó:
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—¿Acaso yo soy judío? —replicó Pilato—. Tu propio pueblo y sus principales sacerdotes te trajeron a mí para que yo te juzgue. ¿Por qué? ¿Qué has hecho?
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Jesús contestó:
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Pilato le dijo:
—¿Entonces eres un rey?
—contestó Jesús—.
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—¿Qué es la verdad? —preguntó Pilato.
Entonces salió de nuevo adonde estaba el pueblo y dijo:
—Este hombre no es culpable de ningún delito,
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pero ustedes tienen la costumbre de pedirme cada año que ponga en libertad a un preso durante la Pascua. ¿Quieren que deje en libertad a ese “rey de los judíos”?
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Pero ellos contestaron a gritos:
—¡No!, a ese hombre, no. ¡Queremos a Barrabás! (Barrabás era un insurgente).