2
Como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna á todos los que le diste.
3
Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado.
4
Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese.
5
Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese.
6
He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra.
7
Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, son de ti;
8
Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son:
10
Y todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas: y he sido glorificado en ellas.
11
Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo á ti vengo. Padre santo, á los que me has dado, guárdalos por tu nombre, para que sean una cosa, como también nosotros.
12
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; á los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese.