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»¡Si tan solo alguien me escuchara!
Miren, voy a respaldar mi defensa con mi firma.
Que el Todopoderoso me responda;
que escriba los cargos que tiene contra mí.
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Me enfrentaría a la acusación con orgullo,
y la llevaría como una corona.
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Pues le diría exactamente lo que he hecho;
vendría ante él como un príncipe.
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»Si mi tierra me acusa
y todos sus surcos claman juntos contra mí,
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o si he robado sus cosechas
o he matado a sus propietarios,
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entonces que en esa tierra crezcan cardos en lugar de trigo,
y malezas en lugar de cebada».
Aquí terminan las palabras de Job.