20
Sus propias madres se olvidan de ellos.
Los gusanos los encontrarán dulces al paladar.
Nadie se acordará de ellos.
Los malvados son quebrantados como un árbol en medio de la tormenta.
21
Engañan a la mujer que no tiene hijo que la defienda
y se niegan a ayudar a la viuda necesitada.
22
»Dios, en su poder, arrastra a los ricos.
Puede ser que lleguen lejos, pero no tienen asegurada la vida.
23
Quizá se les permita vivir seguros,
pero Dios siempre los vigila.
24
Aunque ahora son importantes,
en un momento habrán desaparecido como todos los demás,
cortados como las espigas del grano.
25
¿Puede alguien decir lo contrario?
¿Quién puede demostrar que estoy equivocado?».