7
Hasta la cigüeña que surca el cielo
conoce el tiempo de su migración,
al igual que la tórtola, la golondrina y la grulla.
Todas regresan en el tiempo señalado cada año.
¡Pero no en el caso de mi pueblo!
Ellos no conocen las leyes del Señor
.
8
»’¿Cómo pueden decir: “Somos sabios porque tenemos la palabra del Señor
”,
cuando, al escribir mentiras, sus maestros la han torcido?
9
Estos maestros sabios caerán
en la trampa de su propia necedad,
porque han rechazado la palabra del Señor
.
Después de todo, ¿son ellos tan sabios?
10
Les daré sus esposas a otros
y sus fincas a extranjeros.
Desde el menos importante hasta el más importante,
sus vidas están dominadas por la avaricia.
Es cierto, incluso mis profetas y sacerdotes son así;
todos ellos son unos farsantes.
11
Ofrecen curas superficiales
para la herida mortal de mi pueblo.
Dan garantías de paz
cuando no hay paz.
12
¿Se avergüenzan de estos actos repugnantes?
De ninguna manera, ¡ni siquiera saben lo que es sonrojarse!
Por lo tanto, estarán entre los caídos en la matanza;
serán derribados cuando los castigue,
dice el Señor
.
13
Con toda seguridad los consumiré.
No habrá más cosechas de higos ni de uvas;
todos sus árboles frutales morirán.
Todo lo que les di, pronto se acabará.
¡Yo, el Señor
, he hablado!’.
14
»Luego el pueblo dirá:
“¿Por qué deberíamos esperar aquí para morir?
Vengan, vayamos a las ciudades fortificadas para morir allí.
Pues el Señor
nuestro Dios ha decretado nuestra destrucción
y nos ha dado a beber una copa de veneno
porque pecamos contra el Señor
.
15
Esperábamos paz, pero la paz no llegó;
esperábamos tiempos de sanidad, pero solo encontramos terror”.
16
»Ya se puede oír el resoplido de los caballos de guerra del enemigo
¡desde tan lejos como la tierra de Dan en el norte!
El relincho de sus sementales hace temblar toda la tierra.
Vienen a devorar el país y todo lo que hay en él,
tanto las ciudades como los habitantes.
17
Enviaré estas tropas enemigas entre ustedes
como serpientes venenosas a las que no pueden encantar.
Los morderán y ustedes morirán.
¡Yo, el Señor
, he hablado!».
18
Jeremías llora por Judá
Mi dolor no tiene remedio;
mi corazón está destrozado.
19
Escuchen el llanto de mi pueblo;
puede oírse por toda la tierra.
«¿Acaso ha abandonado el Señor
a Jerusalén?
—pregunta la gente—.
¿No está más su Rey allí?».
«Oh, ¿por qué han provocado mi enojo con sus ídolos tallados
y sus despreciables dioses ajenos?», pregunta el Señor
.
20
«Ya se acabó la cosecha,
y el verano se ha ido —se lamenta el pueblo—,
¡y todavía no hemos sido salvados!».
21
Sufro con el dolor de mi pueblo,
lloro y estoy abrumado de profunda pena.
22
¿No hay medicina en Galaad?
¿No hay un médico allí?
¿Por qué no hay sanidad
para las heridas de mi pueblo?