5
Porque la cuesta de Luhit con llanto continuo la suben; porque a la bajada de Horonaim se oyen gritos angustiosos de destrucción.
6
Huid, salvad vuestras vidas, sed como un enebro en el desierto.
7
Por cuanto pusiste tu confianza en tus ganancias y en tus tesoros, también tú serás conquistada, y Quemos saldrá al destierro junto con sus sacerdotes y sus príncipes.
8
Vendrá el destructor de cada ciudad, y ninguna ciudad escapará; también el valle será devastado, y la meseta será destruida, como ha dicho el SEÑOR.
9
Dad alas a Moab, para que se escape; sus ciudades serán una desolación, sin que nadie habite en ellas.
10
Maldito el que hace la obra del SEÑOR con engaño; maldito el que retrae su espada de la sangre.
11
Reposado ha estado Moab desde su juventud, ha estado tranquilo sobre su sedimento; no ha sido vaciado de vasija en vasija, ni ha ido al destierro; por eso retiene su sabor, y su aroma no ha cambiado.
12
Por tanto, he aquí, vienen díasdeclara el SEÑORcuando le enviaré a trasvasadores que lo trasvasarán; vaciarán sus vasijas y harán pedazos sus cántaros.
13
Y Moab se avergonzará de Quemos, como la casa de Israel se avergonzó de Betel, su confianza.
14
¿Cómo podéis decir: "Somos poderosos guerreros, y hombres valientes para la guerra"?
15
Es destruido Moab, el devastador ha subido a sus ciudades; la flor de sus jóvenes desciende a la matanza, declara el Rey, cuyo nombre es el SEÑOR de los ejércitos.