12
»”Entonces, después que hayan pasado los setenta años de cautiverio, castigaré al rey de Babilonia y a su pueblo por sus pecados —dice el Señor
—. Haré del país de los babilonios
una tierra baldía para siempre.
13
Traeré sobre ellos todos los terrores que prometí en este libro, todos los castigos contra las naciones anunciados por Jeremías.
14
Muchas naciones y grandes reyes esclavizarán a los babilonios, así como ellos esclavizaron a mi pueblo. Los castigaré en proporción al sufrimiento que le ocasionaron a mi pueblo”».
15
La copa del enojo del Señor
Esto me dijo el Señor
, Dios de Israel: «Toma de mi mano la copa de mi enojo, que está llena hasta el borde, y haz que todas las naciones a las que te envíe beban de ella.
16
Cuando la beban se tambalearán, enloquecidos por la guerra que enviaré contra ellos».
17
Así que tomé la copa del enojo del Señor
e hice que todas las naciones bebieran de ella, cada nación a la que el Señor
me envió.
18
Fui a Jerusalén y a las otras ciudades de Judá, y sus reyes y funcionarios bebieron de la copa. Desde ese día hasta ahora ellos han sido una ruina desolada, un objeto de horror, desprecio y maldición.
19
Le di la copa al faraón, rey de Egipto, a sus asistentes, a sus funcionarios y a todo su pueblo,
20
junto con todos los extranjeros que vivían en esa tierra. También se la di a todos los reyes de la tierra de Uz, a los reyes de las ciudades filisteas de Ascalón, Gaza y Ecrón, y a lo que queda de Asdod.
21
Después les di la copa a las naciones de Edom, Moab y Amón,
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a los reyes de Tiro y Sidón, y a los reyes de las regiones al otro lado del mar.
23
Se la di a Dedán, a Tema, a Buz y a la gente que vive en lugares remotos.
24
Se la di a los reyes de Arabia, a los reyes de las tribus nómadas del desierto
25
y a los reyes de Zimri, Elam y Media.
26
Se la di a los reyes de los países del norte, lejanos y cercanos, uno tras otro, es decir a todos los reinos del mundo. Finalmente, el mismo rey de Babilonia
bebió de la copa del enojo del Señor
.
27
Entonces el Señor
me dijo: «Ahora diles: “Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Beban de la copa de mi enojo. Emborráchense y vomiten; caigan para nunca más levantarse, porque envío guerras terribles contra ustedes’”.
28
Ahora bien, si se niegan a aceptar la copa, diles: “El Señor
de los Ejércitos Celestiales dice: ‘No les queda más que beberla.
29
He comenzado a castigar a Jerusalén, la ciudad que lleva mi nombre. ¿Acaso los dejaría a ustedes sin castigo? No, no escaparán del desastre. Enviaré guerra contra todas las naciones de la tierra. ¡Yo, el Señor
de los Ejércitos Celestiales, he hablado!’”.
30
»Ahora, profetiza todas estas cosas y diles:
»“El Señor
rugirá contra su propia tierra
desde su santa morada en el cielo.
Él gritará como los que pisan las uvas;
gritará contra todos los habitantes de la tierra.
31
Su grito de juicio llegará hasta los confines de la tierra,
porque el Señor
presentará su caso contra todas las naciones.
Él juzgará a todos los habitantes de la tierra,
y matará con la espada a los perversos.
¡Yo, el Señor
, he hablado!”».
32
Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales:
«¡Miren! ¡Nación tras nación sufrirá calamidades!
¡Se está levantando un gran torbellino de furia
desde los rincones más distantes de la tierra!».