10
«Pero tú eres mi testigo, Israel —dice el Señor
—,
tú eres mi siervo.
Tú has sido escogido para conocerme, para creer en mí
y comprender que solo yo soy Dios.
No hay otro Dios;
nunca lo hubo y nunca lo habrá.
11
Yo, sí, yo soy el Señor
,
y no hay otro Salvador.
12
Primero predije tu rescate,
y después te salvé y lo proclamé ante el mundo.
Ningún dios extranjero jamás lo ha hecho.
Tú, Israel, eres testigo de que yo soy el único Dios
—dice el Señor
—.
13
Desde la eternidad y hasta la eternidad, yo soy Dios.
No hay quien pueda arrebatar a nadie de mi mano;
nadie puede deshacer lo que he hecho».
14
Victoria prometida por el Señor
Esto dice el Señor
, tu Redentor, el Santo de Israel:
«Por tu bien, enviaré un ejército contra Babilonia
y obligaré a los babilonios
a huir en esos barcos de los que están tan orgullosos.
15
Yo soy el Señor
, tu Santo,
el Creador y Rey de Israel.
16
Yo soy el Señor
, que abrió un camino a través de las aguas,
e hizo una senda seca a través del mar.
17
Yo llamé al poderoso ejército de Egipto
con todos sus carros de guerra y sus caballos.
Los sumergí debajo de las olas, y se ahogaron;
su vida se apagó como mecha humeante.
18
»Pero olvida todo eso;
no es nada comparado con lo que voy a hacer.
19
Pues estoy a punto de hacer algo nuevo.
¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves?
Haré un camino a través del desierto;
crearé ríos en la tierra árida y baldía.
20
Los animales salvajes de los campos me darán las gracias,
y también los chacales y los búhos,
por darles agua en el desierto.
Sí, haré ríos en la tierra árida y baldía,
para que mi pueblo escogido pueda refrescarse.