3
Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor dignidad que la casa el que la fabricó.
4
Porque toda casa es edificada de alguno; y el que creó todas las cosas, es Dios.
5
Y, Moisés a la verdad fue fiel sobre toda su casa, como siervo, pero para testificar lo que se había de decir;
6
mas Cristo, como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si hasta el fin retuviéremos firme la confianza y la esperanza gloriosa.
7
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,
8
no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,
9
donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras, cuarenta años.
10
A causa de lo cual me enemisté con esta generación, y dije: Siempre yerran ellos de corazón, y no han conocido mis caminos.
11
Y les juré en mi ira: No entrarán en mi Reposo.
12
Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de infidelidad para apartarse del Dios vivo;
13
antes exhortaos los unos a los otros cada día entre tanto que se dice: Hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado;