15
Luego bendijo a José con las siguientes palabras:
«Que el Dios delante del cual caminaron
mi abuelo Abraham y mi padre Isaac
—el Dios que ha sido mi pastor
toda mi vida, hasta el día de hoy,
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el Ángel que me ha salvado de todo mal—
bendiga a estos muchachos.
Que ellos preserven mi nombre
y el nombre de Abraham y de Isaac.
Y que su descendencia se multiplique en gran manera
por toda la tierra».
17
Pero José se molestó cuando vio que su padre puso la mano derecha sobre la cabeza de Efraín. Entonces José se la levantó para pasarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
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—No, padre mío —le dijo—. Este es el hijo mayor; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
19
Pero su padre se negó a hacerlo.
—Ya lo sé, hijo mío, lo sé —respondió él—. Manasés también llegará a ser un gran pueblo, pero su hermano menor será aún más grande y de su descendencia se formarán una multitud de naciones.
20
Así que, aquel día, Jacob bendijo a los muchachos con esta bendición: «El pueblo de Israel usará el nombre de ustedes cuando impartan una bendición. Dirán: “Que Dios los haga tan prósperos como a Efraín y a Manasés”». De esta manera, Jacob puso a Efraín antes de Manasés.
21
Entonces Jacob le dijo a José:
—Mira, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará contigo y te llevará de regreso a Canaán, la tierra de tus antepasados.
22
Y además de lo que les he dado a tus hermanos, te doy a ti una porción adicional de la tierra
que tomé de los amorreos con mi espada y con mi arco.