20
y asegúrense de decirle: “Mire, su servidor Jacob viene detrás de nosotros”».
Jacob pensó: «Intentaré apaciguarlo enviando regalos antes de mi llegada, y cuando me encuentre con él en persona, quizá me reciba con bondad».
21
Así que los regalos fueron enviados por delante, y Jacob pasó la noche en el campamento.
22
Jacob lucha con Dios
Durante la noche, Jacob se levantó y tomó a sus dos esposas, a sus dos mujeres esclavas y a sus once hijos, y cruzó el río Jaboc con ellos.
23
Después de llevarlos a la otra orilla, hizo pasar todas sus pertenencias.
24
Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer.
25
Cuando el hombre vio que no ganaría el combate, tocó la cadera de Jacob y la dislocó.
26
Luego el hombre le dijo:
—¡Déjame ir, pues ya amanece!
—No te dejaré ir a menos que me bendigas —le dijo Jacob.
27
—¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre.
—Jacob —contestó él.
28
—Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—. De ahora en adelante, serás llamado Israel,
porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
29
—Por favor, dime cuál es tu nombre —le dijo Jacob.
—¿Por qué quieres saber mi nombre? —respondió el hombre. Entonces bendijo a Jacob allí.
30
Jacob llamó a aquel lugar Peniel (que significa «rostro de Dios»), porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y sin embargo, conservo la vida».