11
Al acercarse a la frontera de Egipto, Abram le dijo a su esposa Sarai: «Mira, tú eres una mujer hermosa.
12
Cuando los egipcios te vean, dirán: “Ella es su esposa. ¡Matémoslo y entonces podremos tomarla!”.
13
Así que, por favor, diles que eres mi hermana. Entonces me perdonarán la vida y me tratarán bien debido al interés que tienen en ti».
14
Efectivamente, cuando Abram llegó a Egipto, todos notaron la belleza de Sarai.
15
Cuando los funcionarios del palacio la vieron, hablaron maravillas de ella al faraón, su rey, y llevaron a Sarai al palacio.
16
Entonces el faraón le dio a Abram muchos regalos a causa de ella: ovejas, cabras, ganado, asnos y asnas, siervos y siervas, y camellos.
17
Pero el Señor
envió plagas terribles sobre el faraón y sobre todos los de su casa debido a Sarai, la esposa de Abram.
18
Así que el faraón mandó llamar a Abram y lo reprendió severamente: «¿Qué me has hecho? —preguntó—. ¿Por qué no me dijiste que era tu esposa?
19
¿Por qué dijiste: “Es mi hermana” y con esto me permitiste tomarla como esposa? Ahora bien, aquí tienes a tu esposa. ¡Tómala y vete de aquí!».
20
Entonces el faraón ordenó a algunos de sus hombres que los escoltaran, y expulsó a Abram de su territorio junto con su esposa y todas sus pertenencias.