3
No te unas en matrimonio con su gente. No permitas que tus hijas ni tus hijos se casen con los hijos o las hijas de esas naciones,
4
porque ellos harán que tus hijos y tus hijas se aparten de mí para rendir culto a otros dioses. Entonces el enojo del Señor
arderá contra ti, y pronto te destruirá.
5
Lo que tienes que hacer es: destruir sus altares paganos, hacer pedazos sus columnas sagradas, derribar sus postes dedicados a la diosa Asera y quemar sus ídolos.
6
Pues tú eres un pueblo santo porque perteneces al Señor
tu Dios. De todos los pueblos de la tierra, el Señor
tu Dios te eligió a ti para que seas su tesoro especial.
7
»El Señor
no te dio su amor ni te eligió porque eras una nación más numerosa que las otras naciones, ¡pues tú eras la más pequeña de todas!
8
Más bien, fue sencillamente porque el Señor
te ama y estaba cumpliendo el juramento que les había hecho a tus antepasados. Por eso te rescató con mano poderosa de la esclavitud y de la mano opresiva del faraón, rey de Egipto.
9
Reconoce, por lo tanto, que el Señor
tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre quienes lo aman y obedecen sus mandatos.
10
Pero no duda en castigar ni en destruir a quienes lo rechazan.
11
Por lo tanto, obedece todos los mandatos, los decretos y las ordenanzas que te entrego hoy.
12
»Si prestas atención a estas ordenanzas y las obedeces con fidelidad, el Señor
tu Dios cumplirá su pacto de amor inagotable contigo, tal como lo prometió mediante el juramento que les hizo a tus antepasados.
13
Te amará y te bendecirá y te dará muchos hijos. Hará fértil a tu tierra y a tus animales. Cuando llegues a la tierra que juró dar a tus antepasados, tendrás numerosas cosechas de granos, vino nuevo y aceite de oliva, y también grandes manadas de ganado, ovejas y cabras.