4
Cuando Elcana presentaba su sacrificio, les daba porciones de esa carne a Penina y a cada uno de sus hijos.
5
Sin embargo, a Ana, aunque la amaba, sólo le daba una porción selecta
porque el Señor
no le había dado hijos.
6
De manera que Penina se mofaba y se reía de Ana porque el Señor
no le había permitido tener hijos.
7
Año tras año sucedía lo mismo, Penina se burlaba de Ana mientras iban al tabernáculo.
En cada ocasión, Ana terminaba llorando y ni siquiera quería comer.
8
«¿Por qué lloras, Ana? —le preguntaba Elcana—. ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás desanimada? ¿Solo por no tener hijos? Me tienes a mí, ¿acaso no es mejor que tener diez hijos?».
9
Oración de Ana por un hijo
Una vez, después de comer lo que fue ofrecido como sacrificio en Silo, Ana se levantó y fue a orar. El sacerdote Elí estaba sentado en su lugar de costumbre junto a la entrada del tabernáculo.
10
Ana, con una profunda angustia, lloraba amargamente mientras oraba al S
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e hizo el siguiente voto: «Oh Señor
de los Ejércitos Celestiales, si miras mi dolor y contestas mi oración y me das un hijo, entonces te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida, y como señal de que fue dedicado al Señor
, nunca se le cortará el cabello».
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Mientras Ana oraba al Señor
, Elí la observaba
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y la veía mover los labios. Pero como no oía ningún sonido, pensó que estaba ebria.
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—¿Tienes que venir borracha? —le reclamó—. ¡Abandona el vino!