4
Lo único que le pido al Señor
—lo que más anhelo—
es vivir en la casa del Señor
todos los días de mi vida,
deleitándome en la perfección del Señor
y meditando dentro de su templo.
5
Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades;
me esconderá en su santuario.
Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará.
6
Entonces mantendré mi cabeza en alto,
por encima de los enemigos que me rodean.
En su santuario ofreceré sacrificios con gritos de alegría,
y con música cantaré y alabaré al Señor
.
7
Escúchame cuando oro, oh Señor
;
¡ten misericordia y respóndeme!
8
Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo».
Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor
».
9
No me des la espalda;
no rechaces a tu siervo con enojo.
Tú siempre has sido mi ayudador.
No me dejes ahora; no me abandones,
¡oh Dios de mi salvación!
10
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor
me mantendrá cerca.
11
Enséñame cómo vivir, oh Señor
.
Guíame por el camino correcto,
porque mis enemigos me esperan.
12
No permitas que caiga en sus manos.
Pues me acusan de cosas que nunca hice;
cada vez que respiran, me amenazan con violencia.
13
Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor
mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes.
14
Espera con paciencia al Señor
;
sé valiente y esforzado;
sí, espera al Señor
con paciencia.