5
Las riquezas desaparecen en un abrir y cerrar de ojos,
porque les saldrán alas
y se irán volando como las águilas.
6
No aceptes comer con los tacaños
ni desees sus manjares.
7
Están siempre pensando cuánto cuesta.
«Come y bebe», te invitan, pero no lo dicen con sinceridad.
8
Vomitarás lo poco que hayas comido,
y se desperdiciarán tus cumplidos.
9
No gastes saliva con los necios,
porque despreciarán hasta el más sabio consejo.
10
No engañes a tu vecino cambiando de lugar los antiguos límites de propiedad;
ni te apropies de la tierra de huérfanos indefensos.
11
Pues el Redentor
de ellos es fuerte;
él mismo levantará cargos en tu contra.
12
Entrégate a la instrucción;
presta suma atención a las palabras de conocimiento.
13
No dejes de disciplinar a tus hijos;
no morirán si les das unos buenos azotes.
14
La disciplina física
bien puede salvarlos de la muerte.
15
Hijo mío, si tu corazón es sabio,
¡mi propio corazón saltará de alegría!
16
Todo mi ser celebrará
cuando hables con rectitud.
17
No envidies a los pecadores,
en cambio, teme siempre al Señor
.
18
Si lo haces, serás recompensado;
tu esperanza no se frustrará.
19
Hijo mío, presta atención y sé sabio:
mantén tu corazón en el camino recto.
20
No andes de juerga con borrachos
ni festejes con glotones,
21
porque van camino a la pobreza,
y por dormir tanto, vestirán harapos.
22
Escucha a tu padre, que te dio la vida,
y no desprecies a tu madre cuando sea anciana.
23
Adquiere la verdad y nunca la vendas;
consigue también sabiduría, disciplina y buen juicio.
24
El padre de hijos justos tiene motivos para alegrarse.
¡Qué satisfacción es tener hijos sabios!
25
¡Por eso, alegra a tu padre y a tu madre!
Que sea feliz la que te dio a luz.