2
«Haz dos trompetas de plata labrada a martillo para convocar a la comunidad a reunirse y dar la señal de levantar el campamento.
3
Al toque de ambas trompetas, todos deben reunirse ante ti a la entrada del tabernáculo;
4
pero si se toca solo una trompeta, entonces solo los líderes —los jefes de los clanes de Israel— tendrán que presentarse ante ti.
5
»Cuando hagas sonar la señal para continuar el viaje, las tribus acampadas en el lado oriental del tabernáculo levantarán el campamento y avanzarán.
6
Cuando hagas sonar la señal por segunda vez, las tribus acampadas en el lado sur, las seguirán. Haz sonar toques cortos como señal de ponerse en marcha,
7
pero cuando convoques al pueblo a asamblea, toca las trompetas de manera diferente.
8
Únicamente los sacerdotes, los descendientes de Aarón, podrán tocar las trompetas. Esta es una ley perpetua para ustedes y tendrá que cumplirse de generación en generación.
9
»Cuando lleguen a su propia tierra y vayan a la guerra contra sus enemigos que los atacan, darán la alarma con las trompetas. Entonces el Señor
su Dios los recordará y los rescatará de sus enemigos.
10
También hagan sonar las trompetas en tiempos de alegría, en sus festivales anuales y al principio de cada mes. Además, toquen las trompetas cuando entreguen las ofrendas quemadas y las ofrendas de paz. Las trompetas le recordarán al Señor
su Dios el pacto que hizo con ustedes. Yo soy el Señor
su Dios».
11
Los israelitas dejan el Sinaí
Durante el segundo año después que Israel saliera de Egipto, el día veinte del segundo mes,
la nube se elevó del tabernáculo del pacto.
12
Entonces los israelitas salieron del desierto de Sinaí y viajaron de un lugar a otro hasta que la nube se detuvo en el desierto de Parán.
13
Cuando el pueblo salió por primera vez, siguiendo las instrucciones que el Señor
había dado por medio de Moisés,
14
las tropas de Judá iban delante. Estas marchaban detrás de su estandarte, y su jefe era Naasón, hijo de Aminadab.
15
Las siguieron las tropas de la tribu de Isacar, dirigidas por Natanael, hijo de Zuar,
16
y también las tropas de la tribu de Zabulón, dirigidas por Eliab, hijo de Helón.
17
Después se desarmó el tabernáculo, y las siguientes en ponerse en marcha fueron las divisiones gersonitas y meraritas, de los levitas, llevando consigo el tabernáculo.
18
Las tropas de Rubén fueron las próximas en salir y marchaban tras su estandarte. Su jefe era Elisur, hijo de Sedeur.
19
Las siguieron las tropas de la tribu de Simeón, dirigidas por Selumiel, hijo de Zurisadai,
20
y también las tropas de la tribu de Gad, dirigidas por Eliasaf, hijo de Deuel.
21
Luego salió la división coatita de los levitas, que llevaba consigo los objetos sagrados del tabernáculo. El tabernáculo debía estar ya instalado en su nueva ubicación antes de que ellos llegaran al próximo lugar de campamento.
22
Las tropas de Efraín marcharon a continuación, detrás de su estandarte. Su jefe era Elisama, hijo de Amiud.
23
Las siguieron las tropas de la tribu de Manasés, dirigidas por Gamaliel, hijo de Pedasur,
24
y también las tropas de la tribu de Benjamín, dirigidas por Abidán, hijo de Gedeoni.
25
Las últimas en salir fueron las tropas de Dan que marchaban tras su estandarte, a la retaguardia de todos los campamentos tribales. Su jefe era Ahiezer, hijo de Amisadai.
26
Se le unieron las tropas de la tribu de Aser, dirigidas por Pagiel, hijo de Ocrán,
27
y también las tropas de la tribu de Neftalí, dirigidas por Ahira, hijo de Enán.
28
En ese orden marchaban los israelitas, división por división.
29
Un día Moisés le dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel, el madianita:
—Vamos en camino al lugar que el Señor
nos prometió, porque él nos dijo: “Yo se lo daré a ustedes”. Ven con nosotros y te trataremos bien, porque el Señor
ha prometido maravillosas bendiciones para Israel.
30
—No, no iré —respondió Hobab—. Debo regresar a mi propia tierra y a mi familia.
31
—Por favor, no nos dejes —rogó Moisés—. Tú conoces los lugares del desierto donde debemos acampar. Ven, sé nuestro guía.
32
Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todas las bendiciones que el Señor
nos dará.
33
Así que después de salir del monte del Señor
, marcharon por tres días; y el arca del pacto del Señor
iba delante de ellos para indicarles dónde detenerse y descansar.
34
Cada día, mientras continuaban su viaje, la nube del Señor
se mantenía en el aire sobre ellos.
35
Siempre que el arca salía, Moisés gritaba: «¡Levántate, oh Señor
y que se dispersen tus enemigos! ¡Que huyan ante ti!»;
36
y cuando el arca se ponía en tierra, Moisés decía: «¡Vuelve, oh Señor
, a los incontables millares de Israel!».