9
Te rescaté de los egipcios y de todos los que te oprimían. Expulsé a tus enemigos y te di sus tierras.
10
Te dije: ‘Yo soy el Señor
, tu Dios. No debes rendir culto a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives’. Pero no me hiciste caso”».
11
Después el ángel del Señor
vino y se sentó debajo del gran árbol de Ofra que pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo de Joás, estaba trillando trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano de los madianitas.
12
Entonces el ángel del Señor
se le apareció y le dijo:
—¡Guerrero valiente, el Señor
está contigo!
13
—Señor —respondió Gedeón—, si el Señor
está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: “El Señor
nos sacó de Egipto”? Pero ahora el Señor
nos ha abandonado y nos entregó en manos de los madianitas.
14
Entonces el Señor
lo miró y le dijo:
—Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!
15
—Pero Señor
—respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia!
16
El Señor
le dijo:
—Yo estaré contigo, y destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando contra un solo hombre.
17
—Si de verdad cuento con tu favor —respondió Gedeón—, muéstrame una señal para asegurarme de que es realmente el Señor
quien habla conmigo.
18
No te vayas hasta que te traiga mi ofrenda.
Él respondió:
—Aquí me quedaré hasta que regreses.
19
Entonces Gedeón fue de prisa a su casa. Asó un cabrito y horneó pan sin levadura con una medida
de harina. Luego llevó la carne en una canasta y el caldo en una olla. Puso todo delante del ángel, quien estaba bajo el gran árbol.