5
Sus refugiados lloran amargamente
mientras escalan las colinas de Luhit.
Gritan de terror,
mientras bajan la ladera a Horonaim.
6
¡Huyan por su vida!
¡Escóndanse
en el desierto!
7
Puesto que ustedes confiaron en sus riquezas y habilidades,
serán tomados cautivos.
¡Su dios Quemos, con sus sacerdotes y funcionarios,
serán llevados a tierras distantes!
8
»Todas las ciudades serán destruidas
y nadie escapará,
ni en las mesetas ni en los valles,
porque el Señor
así lo ha dicho.
9
Oh si Moab tuviera alas
para que volara lejos,
porque sus ciudades quedarán abandonadas
y nadie vivirá en ellas.
10
¡Malditos los que se rehúsen a hacer el trabajo del Señor
,
los que retengan la espada del derramamiento de sangre!
11
»Desde sus comienzos Moab ha vivido en paz,
nunca ha ido al destierro.
Es como el vino que se ha dejado reposar.
No ha sido vertida de botella en botella,
por eso es fragante y suave.
12
Pero pronto se acerca el día —dice el Señor
—,
cuando enviaré hombres que la viertan de su vasija.
¡Verterán a Moab
y luego destrozarán la vasija!
13
Por fin Moab se avergonzará de su ídolo Quemos,
como el pueblo de Israel se avergonzó de su becerro de oro en Betel.
14
»Ustedes solían jactarse: “Nosotros somos héroes,
hombres valientes de guerra”.
15
Sin embargo, ahora Moab será destruida junto con sus ciudades.
Sus jóvenes más prometedores son condenados a la masacre,
—dice el Rey, cuyo nombre es el Señor
de los Ejércitos Celestiales—.