9
»’No les hagan caso a sus falsos profetas, adivinos, intérpretes de sueños, los médiums y hechiceros que dicen: “El rey de Babilonia no los conquistará”.
10
Todos son mentirosos y sus mentiras solo servirán para que ustedes sean expulsados de su propia tierra. Yo los expulsaré y los enviaré a morir lejos;
11
pero al pueblo de toda nación que se someta al rey de Babilonia se le permitirá permanecer en su propio país para cultivar la tierra como siempre. ¡Yo, el Señor
, he hablado!’”».
12
Después repetí el mismo mensaje al rey Sedequías de Judá: «Si deseas vivir, sométete al yugo del rey de Babilonia y a su pueblo.
13
¿Por qué insistes en morir, tú y tu pueblo? ¿Por qué habrán de escoger la guerra, el hambre y la enfermedad que Dios traerá contra toda nación que se niegue a someterse al rey de Babilonia?
14
No les hagan caso a los falsos profetas que les siguen diciendo: “El rey de Babilonia no los conquistará”. Son mentirosos.
15
Esto dice el Señor
: “¡Yo no envié a estos profetas! Les dicen mentiras en mi nombre, así que yo los expulsaré de esta tierra. Todos ustedes morirán, junto con todos estos profetas”».
16
Entonces me dirigí a los sacerdotes y al pueblo y les dije: «Esto dice el Señor
: “No escuchen a sus profetas que les aseguran que los artículos de oro que fueron sacados de mi templo pronto serán devueltos de Babilonia. ¡Es pura mentira!
17
No los escuchen. Ríndanse al rey de Babilonia y vivirán. ¿Por qué ha de ser destruida toda esta ciudad?
18
Si realmente son profetas y proclaman los mensajes del Señor
, que oren al Señor
de los Ejércitos Celestiales. ¡Que supliquen que los objetos que aún quedan en el templo del Señor
, en el palacio real y en los palacios de Jerusalén no sean llevados a Babilonia!”.
19
»Pues el Señor
de los Ejércitos Celestiales ha hablado acerca de las columnas que están al frente del templo, del enorme tazón de bronce llamado «el Mar», de las carretas para llevar agua y de los demás objetos ceremoniales.
20
El rey Nabucodonosor de Babilonia los dejó aquí cuando desterró a Babilonia a Joaquín,
hijo de Joacim, rey de Judá, junto con los demás nobles de Judá y de Jerusalén.
21
Sí, esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, acerca de los objetos preciosos que todavía permanecen en el templo y en el palacio del rey de Judá:
22
“Todos serán llevados a Babilonia y permanecerán allí hasta que yo envíe por ellos —dice el Señor
—. Entonces los traeré de regreso a Jerusalén”».