8
Los sacerdotes no preguntaron:
“¿Dónde está el Señor
?”.
Aquellos que enseñaron mi palabra me ignoraron,
los gobernantes se volvieron en mi contra,
y los profetas hablaron en nombre de Baal,
perdiendo su tiempo con ídolos inútiles.
9
Por lo tanto, presentaré mi acusación en su contra,
—dice el Señor
—.
Aun presentaré cargos contra los hijos de sus hijos
en los años venideros.
10
»Vayan al occidente y miren en la tierra de Chipre;
vayan al oriente y busquen en la tierra de Cedar.
¿Acaso alguien ha oído algo
tan extraño como esto?
11
¿Alguna vez una nación ha cambiado sus dioses por otros,
aun cuando no son dioses en absoluto?
¡Sin embargo, mi pueblo ha cambiado a su glorioso Dios
por ídolos inútiles!
12
Los cielos están espantados ante semejante cosa
y retroceden horrorizados y consternados
—dice el Señor
—.
13
Pues mi pueblo ha cometido dos maldades:
me ha abandonado a mí
—la fuente de agua viva—
y ha cavado para sí cisternas rotas
¡que jamás pueden retener el agua!
14
Los resultados del pecado de Israel
»¿Por qué Israel se ha convertido en esclavo?
¿Por qué se lo han llevado como botín?
15
Leones fuertes rugieron contra él,
y la tierra ha sido destruida.
Ahora las ciudades están en ruinas,
ya nadie vive en ellas.
16
Los egipcios, en pie de guerra, llegaron desde sus ciudades de Menfis
y Tafnes,
han destruido la gloria y el poder de Israel.
17
Tú mismo te has buscado esta desgracia
al rebelarte contra el Señor
tu Dios,
¡aun cuando él te guiaba por el camino!
18
»¿Qué provecho has sacado de tus alianzas con Egipto
y de tus pactos con Asiria?
¿En qué te benefician las corrientes del Nilo
o las aguas del río Éufrates?