2
Allí sirve como ministro en el tabernáculo
del cielo, el verdadero lugar de adoración construido por el Señor y no por manos humanas.
3
Ya que es deber de todo sumo sacerdote presentar ofrendas y sacrificios, nuestro Sumo Sacerdote también tiene que presentar una ofrenda.
4
Si estuviera aquí en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, porque ya hay sacerdotes que presentan las ofrendas que exige la ley.
5
Ellos sirven dentro de un sistema de adoración que es solo una copia, una sombra del verdadero, que está en el cielo. Pues cuando Moisés estaba por construir el tabernáculo, Dios le advirtió lo siguiente: «Asegúrate de hacer todo según el modelo que te mostré aquí en la montaña»
.
6
Pero ahora a Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, se le ha dado un ministerio que es muy superior al sacerdocio antiguo porque él es mediador a nuestro favor de un mejor pacto con Dios basado en promesas mejores.
7
Si el primer pacto no hubiera tenido defectos, no habría sido necesario reemplazarlo con un segundo pacto.
8
Pero cuando Dios encontró defectos en el pueblo, dijo:
«Llegará el día, dice el Señor
,
en que haré un nuevo pacto
con el pueblo de Israel y de Judá.
9
Este pacto no será como el que
hice con sus antepasados
cuando los tomé de la mano
y los saqué de la tierra de Egipto.
Ellos no permanecieron fieles a mi pacto,
por eso les di la espalda, dice el Señor
.
10
Pero este es el nuevo pacto que haré
con el pueblo de Israel en ese día
—dice el Señor
—:
Pondré mis leyes en su mente
y las escribiré en su corazón.
Yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.
11
Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos
ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes,
diciendo: “Deberías conocer al Señor
”.
Pues todos ya me conocerán,
desde el más pequeño hasta el más grande.
12
Y perdonaré sus maldades
y nunca más me acordaré de sus pecados»
.