8
Vayan ahora a los montes, traigan madera y reconstruyan mi casa. Entonces me complaceré en ella y me sentiré honrado, dice el Señor
.
9
Esperaban cosechas abundantes, pero fueron pobres; y cuando trajeron la cosecha a su casa, yo la hice desaparecer con un soplo. ¿Por qué? Porque mi casa está en ruinas —dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales— mientras ustedes se ocupan de construir sus elegantes casas.
10
»Es por causa de ustedes que los cielos retienen el rocío y la tierra no produce cosechas.
11
Yo mandé la sequía sobre sus campos y colinas; una sequía que destruirá el grano, el vino nuevo, el aceite de oliva y las demás cosechas; una sequía que hará que ustedes y sus animales pasen hambre y arruinará todo aquello por lo que tanto han trabajado».
12
Obediencia al llamado de Dios
Entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y todo el remanente del pueblo de Dios comenzaron a obedecer el mensaje del Señor
su Dios. Cuando oyeron las palabras del profeta Hageo, a quien el Señor
su Dios había enviado, el pueblo temió al Señor
.
13
Luego Hageo, el mensajero del Señor
, dio al pueblo el siguiente mensaje del Señor
: «¡Yo estoy con ustedes, dice el Señor
!».
14
Entonces el Señor
despertó el entusiasmo de Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y de Jesúa, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y de todo el remanente del pueblo de Dios. Comenzaron a trabajar en la casa de su Dios, el Señor
de los Ejércitos Celestiales,
15
el 21 de septiembre
del segundo año del reinado del rey Darío.