52
Cuando el siervo de Abraham oyó la respuesta, se postró hasta el suelo y adoró al Señor
.
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Después sacó joyas de plata y de oro, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó valiosos regalos a su hermano y a su madre.
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Luego comieron, y el siervo y los hombres que lo acompañaban pasaron allí la noche.
Pero temprano a la mañana siguiente, el siervo de Abraham dijo:
—Envíenme de regreso a mi amo.
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—Queremos que Rebeca se quede con nosotros al menos diez días —dijeron su madre y su hermano—, y luego podrá irse.
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Pero él dijo:
—No me retrasen. El Señor
hizo que mi misión tuviera éxito; ahora envíenme, para que pueda regresar a la casa de mi amo.
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—Bien —dijeron ellos—, llamaremos a Rebeca y le preguntaremos qué le parece a ella.
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Entonces llamaron a Rebeca.
—¿Estás dispuesta a irte con este hombre? —le preguntaron.
—Sí —contestó—, iré.
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Entonces se despidieron de Rebeca y la enviaron con el siervo de Abraham y sus hombres. La mujer que había sido niñera de Rebeca la acompañó.
60
Cuando Rebeca partía le dieron la siguiente bendición:
«Hermana nuestra, ¡que llegues a ser
la madre de muchos millones!
Que tus descendientes sean fuertes
y conquisten las ciudades de sus enemigos».
61
Después Rebeca y sus siervas montaron en los camellos y siguieron al hombre. Así que el siervo de Abraham se llevó a Rebeca y emprendió el viaje.
62
Mientras tanto, Isaac, que vivía en el Neguev, había regresado de Beer-lajai-roi.