13
Entonces el rey consultó de inmediato con sus sabios consejeros, quienes conocían todas las leyes y costumbres persas, porque siempre les pedía consejo.
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Sus nombres eran: Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucán, siete nobles de Persia y Media. Esos hombres se reunían frecuentemente con el rey y ocupaban los cargos más altos del imperio.
15
—¿Qué debe hacerse con la reina Vasti? —preguntó el rey—. ¿Qué sanción impone la ley para una reina que se niega a obedecer las órdenes que el rey le envía debidamente por medio de sus eunucos?
16
Memucán contestó al rey y a los nobles:
—La reina Vasti ofendió no solo al rey sino también a cada noble y ciudadano del imperio.
17
Ahora, en todas partes, las mujeres comenzarán a despreciar a sus maridos cuando se enteren de que la reina Vasti se negó a presentarse ante el rey.
18
Antes de que termine este día, las esposas de todos los nobles del rey en toda Persia y Media oirán lo que hizo la reina y empezarán a tratar a sus maridos de la misma manera. Nada pondrá fin a su desprecio y enojo.
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»Así que, si al rey le agrada, sugerimos que emita un decreto por escrito, una ley de los persas y los medos que no pueda ser revocada. Debería ordenar que la reina Vasti sea excluida para siempre de la presencia del rey Jerjes y que el rey elija otra reina más digna que ella.
20
¡Cuando se publique este decreto en todo el vasto imperio del rey, los maridos de todas partes, sea cual fuere su rango, recibirán el respeto que merecen de parte de sus esposas!
21
El rey y sus nobles consideraron que esa propuesta tenía sentido, así que el rey siguió el consejo de Memucán.
22
Envió cartas por todo el imperio, a cada provincia en su propio sistema de escritura y en su propio idioma, proclamando que todo hombre debía ser jefe en su propia casa y decir lo que le viniera en gana.