1
Diezmos y ofrendas de las cosechas
»Cuando entres en la tierra que el Señor
tu Dios te da como preciada posesión y la conquistes y te establezcas en ella,
2
coloca una parte de las primicias de cada cosecha en una canasta y llévala al lugar de adoración designado, el lugar que el Señor
tu Dios elija para que su nombre sea honrado.
3
Preséntate al sacerdote que esté a cargo en ese momento y dile: “Con esta ofrenda reconozco ante el Señor
su Dios que he entrado en la tierra que él juró a nuestros antepasados que nos daría”.
4
Entonces el sacerdote tomará la canasta de tus manos y la colocará frente al altar del Señor
tu Dios.
5
»En la presencia del Señor
tu Dios tendrás que decir: “Mi antepasado Jacob era un arameo errante que fue a vivir como extranjero a Egipto. Su familia era poco numerosa cuando llegó, pero en Egipto creció hasta volverse una nación grande y poderosa.
6
Cuando los egipcios nos oprimieron y nos humillaron al hacernos sus esclavos,
7
nosotros clamamos al Señor
, Dios de nuestros antepasados. Él oyó nuestro clamor y vio las privaciones, el trabajo pesado y la opresión que pasábamos.
8
Y así el Señor
nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo poderoso, con terror aplastante y con señales milagrosas y con maravillas.
9
¡Nos trajo hasta este lugar y nos dio esta tierra donde fluyen la leche y la miel!
10
Y ahora, oh Señor
, te traigo las primicias de las cosechas que me has dado de la tierra”. Luego coloca las primicias ante el Señor
tu Dios y póstrate ante él en adoración.
11
Después podrás irte y celebrar por todas las cosas buenas que el Señor
tu Dios te haya dado a ti y a los de tu casa. No te olvides de incluir en la celebración a los levitas y a los extranjeros que vivan en medio de ti.
12
»Cada tres años, tienes que ofrecer un diezmo especial de tus cosechas. Ese año del diezmo especial, todos los diezmos serán para los levitas, los extranjeros, los huérfanos y las viudas, para que tengan suficiente comida en tus ciudades.
13
Entonces, en la presencia del Señor
tu Dios, tendrás que declarar: “Tomé la ofrenda sagrada de mi hogar y se la entregué a los levitas, a los extranjeros, a los huérfanos y a las viudas, tal como me lo ordenaste. No desobedecí ni olvidé ninguno de tus mandatos.
14
No comí nada de esta ofrenda mientras estuve de luto; no la toqué cuando estuve ceremonialmente impuro; no ofrecí ninguna porción a los muertos. Obedecí al Señor
mi Dios e hice todo lo que me ordenaste.
15
Ahora, mira desde tu morada en el cielo y bendice a tu pueblo Israel y a esta tierra que juraste a nuestros antepasados que nos darías, una tierra donde fluyen la leche y la miel”.
16
Un llamado a obedecer los mandatos del Señor
»Hoy el Señor
tu Dios te ordena obedecer todos sus decretos y ordenanzas. Así que asegúrate de obedecerlos de todo corazón.
17
Tú has declarado hoy que el Señor
es tu Dios y has prometido andar en sus caminos y obedecer sus decretos, mandatos y ordenanzas, y hacer todo lo que él te diga.
18
El Señor
ha declarado hoy que tú eres su pueblo, su tesoro especial, tal como lo prometió, y que debes obedecer todos sus mandatos.
19
Si lo haces, él te pondrá muy por encima de todas las otras naciones que creó. Entonces recibirás alabanza, honra y fama. Serás una nación santa para el Señor
tu Dios, tal como lo prometió».