3
Dios bendice al que lee a la iglesia las palabras de esta profecía y bendice a todos los que escuchan el mensaje y obedecen lo que dice, porque el tiempo está cerca.
4
Saludo de Juan a las siete iglesias
Yo, Juan, les escribo esta carta a las siete iglesias que están en la provincia de Asia.
Gracia y paz a ustedes de aquel que es, que siempre era y que aún está por venir; y del Espíritu de siete aspectos
que está delante de su trono;
5
y de Jesucristo. Él es el testigo fiel de estas cosas, el primero en resucitar de los muertos y el gobernante de todos los reyes del mundo.
Toda la gloria sea al que nos ama y nos ha libertado de nuestros pecados al derramar su sangre por nosotros.
6
Él ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para Dios, su Padre. ¡A él sea toda la gloria y el poder por siempre y para siempre! Amén.
7
¡Miren! Él viene en las nubes del cielo.
Y todos lo verán,
incluso aquellos que lo traspasaron.
Y todas las naciones del mundo
se lamentarán por él.
¡Sí! ¡Amén!
8
«Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin
—dice el Señor Dios—. Yo soy el que es, que siempre era y que aún está por venir, el Todopoderoso».
9
Visión del Hijo del Hombre
Yo, Juan, soy hermano de ustedes, y su compañero en el sufrimiento, en el reino de Dios y en la paciente perseverancia a la que Jesús nos llama. Me exiliaron a la isla de Patmos por predicar la palabra de Dios y por mi testimonio acerca de Jesús.
10
Era el día del Señor, y yo estaba adorando en el Espíritu.
De repente, oí detrás de mí una fuerte voz, como un toque de trompeta,
11
que decía:
12
Cuando me di vuelta para ver quién me hablaba, vi siete candelabros de oro.
13
Y de pie en medio de los candelabros había alguien semejante al Hijo del Hombre.
Vestía una túnica larga con una banda de oro que cruzaba el pecho.