2
Luego Ezequías organizó a los sacerdotes y a los levitas en divisiones para que presentaran las ofrendas quemadas y las ofrendas de paz y para que adoraran, dieran gracias y alabaran al Señor
en las puertas del templo.
3
El rey también contribuyó personalmente con animales para las ofrendas quemadas diarias de la mañana y de la tarde, para los festivales semanales de los días de descanso y para los festivales mensuales de luna nueva, como también para todos los demás festivales anuales establecidos en la ley del Señor
.
4
Además, exigió al pueblo de Jerusalén que llevara una parte de sus bienes a los sacerdotes y levitas, para que ellos pudieran dedicarse por completo a la ley del Señor
.
5
Cuando los israelitas escucharon estos requisitos respondieron con generosidad; dieron la primera porción de su grano, vino nuevo, aceite de oliva, miel y de todo lo que producían sus campos. Llevaron grandes cantidades, el diezmo de todo lo que habían producido.
6
La gente que se había mudado de Israel a Judá, y la gente de Judá, llevaron el diezmo de su ganado, de sus ovejas y de sus cabras, y el diezmo de las cosas que habían dedicado al Señor
su Dios, y las apilaron en grandes montones.
7
Empezaron a apilarlas a fines de la primavera y los montones siguieron creciendo hasta principios del otoño.
8
Cuando Ezequías y sus funcionarios fueron y vieron esos enormes montones, ¡le dieron gracias al Señor
y a su pueblo, Israel!
9
—¿De dónde vino todo esto? —preguntó Ezequías a los sacerdotes y a los levitas.
10
Y el sumo sacerdote Azarías, de la familia de Sadoc, le contestó:
—Desde que la gente empezó a llevar sus ofrendas al templo del Señor
, hemos tenido suficiente para comer y mucho de sobra. El Señor
ha bendecido a su pueblo, y sobró todo esto.
11
Ezequías ordenó que se prepararan unos depósitos en el templo del Señor
. Cuando estuvieron listos,
12
la gente fielmente llevó todos los diezmos y las ofrendas al templo. Conanías, el levita, quedó encargado y su hermano Simei lo ayudaba.