27
si no hubiera temido la provocación del enemigo, no sea que entendieran mal sus adversarios, no sea que dijeran: 'Nuestra mano ha triunfado, y el SEÑOR no ha hecho todo esto.'"
28
Porque son una nación privada de consejo, y no hay en ellos inteligencia.
29
Ojalá que fueran sabios, que comprendieran esto, que discernieran su futuro.
30
¿Cómo pudiera uno perseguir a mil, y dos hacer huir a diez mil, si su Roca no los hubiera vendido, y el SEÑOR no los hubiera entregado?
31
En verdad, su roca no es como nuestra Roca; aun nuestros mismos enemigos así lo juzgan.
32
Porque su vid es de la vid de Sodoma y de los campos de Gomorra; sus uvas son uvas venenosas, sus racimos, amargos.
33
Su vino es veneno de serpientes, y ponzoña mortal de cobras.
34
"¿No tengo yo esto guardado conmigo, sellado en mis tesoros?
35
"Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo el pie de ellos resbalará, porque el día de su calamidad está cercano, ya se precipita lo que les está preparado."
36
Porque el SEÑOR vindicará a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos, cuando vea que su fuerza se ha ido, y que nadie queda, ni siervo ni libre.
37
Dirá El entonces: "¿Dónde están sus dioses, la roca en que buscaban refugio,
38
los que comían la grosura de sus sacrificios, y bebían el vino de su libación? ¡Que se levanten y os ayuden! ¡Que sean ellos vuestro refugio!
39
"Ved ahora que yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay dios. Yo hago morir y hago vivir. Yo hiero y yo sano, y no hay quien pueda librar de mi mano.
40
"Ciertamente, alzo a los cielos mi mano, y digo: Como que vivo yo para siempre,
41
cuando afile mi espada flameante y mi mano empuñe la justicia, me vengaré de mis adversarios y daré el pago a los que me aborrecen.
42
"Embriagaré mis saetas con sangre, y mi espada se hartará de carne, de sangre de muertos y cautivos, de los jefes de larga cabellera del enemigo."
43
Regocijaos, naciones, con su pueblo, porque El vengará la sangre de sus siervos; traerá venganza sobre sus adversarios, y hará expiación por su tierra y su pueblo.
44
Entonces llegó Moisés y habló todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él, con Josué, hijo de Nun.
45
Cuando terminó Moisés de hablar todas estas palabras a todo Israel,
46
les dijo: Fijad en vuestro corazón todas las palabras con que os advierto hoy, las cuales ordenaréis a vuestros hijos que las obedezcan cuidadosamente, todas las palabras de esta ley.
47
Porque no es una palabra inútil para vosotros; ciertamente es vuestra vida. Por esta palabra prolongaréis vuestros días en la tierra adonde vosotros vais, cruzando el Jordán a fin de poseerla.