16
Y nadie echa remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque el tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.
17
Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y se pierden los odres; mas echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva juntamente.
18
Hablando él estas cosas a ellos, he aquí vino un principal, y le adoró, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
19
Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.
20
Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre hacía doce años, llegándose por detrás, tocó la franja de su vestido,
21
porque decía entre sí: Si tocare solamente su vestido, seré libre.
22
Mas Jesús volviéndose, y mirándola, dijo: Confía, hija, tu fe te ha librado. Y la mujer fue libre desde aquella hora.
23
Y llegado Jesús a casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y la multitud que hacía bullicio,
24
les dijo: Apartaos, que la muchacha no está muerta, mas duerme. Y se burlaban de él.
25
Pero cuando la multitud fue echada fuera, entró, y la tomó de su mano, y se levantó la muchacha.
26
Y se difundió esta fama por toda aquella tierra.