25
El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
26
El que me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Al que me sirviere, mi Padre le honrará.
27
Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora; mas por esto he venido en esta hora.
28
Padre, clarifica tu Nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he clarificado, y lo clarificaré otra vez.
29
Y el pueblo que estaba presente, y la había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: un ángel le ha hablado.
30
Respondió Jesús, y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, sino por causa de vosotros.
31
Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
32
Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo.
33
Y esto decía señalando de qué muerte había de morir.
34
Le respondió el pueblo: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre, ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?
35
Entonces Jesús les dice: Aún por un poco estará la Luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os tomen las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va.