Daniel 9:18
Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu Nombre; porque no derramamos nuestros ruegos ante tu presencia confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias.
La Biblia de las Américas (Español) BLA
Daniel 9:18
Inclina tu oído, Dios mío, y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre; pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de ti, sino por tu gran compasión.
English Standard Version ESV
Daniel 9:181O my God, incline your ear and hear. Open your eyes and see 2our desolations, and 3the city that is called by your name. For we do not present our pleas before you because of our righteousness, but because of your great mercy.
La Biblia del Jubileo 2000 JBS
Daniel 9:18
Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu Nombre; porque no derramamos nuestros ruegos ante tu presencia confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias
Daniel 9:18
O my God, incline Your ear and hear; open Your eyes and see our desolations, and the city which is called by Your name; for we do not present our supplications before You because of our righteous deeds, but because of Your great mercies.
Nueva Traducción Viviente NTV
Daniel 9:18
»Oh Dios mío, inclínate y escúchame. Abre tus ojos y mira nuestra desesperación. Mira cómo tu ciudad —la ciudad que lleva tu nombre— está en ruinas. Esto rogamos, no porque merezcamos tu ayuda, sino debido a tu misericordia.
Nueva Versión Internacional NVI
Daniel 9:18
Préstanos oído, Dios nuestro; abre los ojos y mira nuestra desolación y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre. Al hacerte estas peticiones, no apelamos a nuestra rectitud sino a tu gran misericordia.
La Biblia Reina-Valera (Español) RVR
Daniel 9:18
Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu nombre: porque no derramamos nuestros ruegos ante tu acatamiento confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas miseraciones.