3
Ciertamente no entraré en mi casa, ni en mi lecho me acostaré;
4
no daré sueño a mis ojos, ni a mis párpados adormecimiento,
5
hasta que halle un lugar para el SEÑOR, una morada para el Poderoso de Jacob.
6
He aquí, oímos de ella en Efrata; la hallamos en los campos de Jaar.
7
Entremos a sus moradas; postrémonos ante el estrado de sus pies.
8
Levántate, SEÑOR, al lugar de tu reposo; tú y el arca de tu poder.
9
Vístanse de justicia tus sacerdotes; y canten con gozo tus santos.
10
Por amor a David tu siervo, no hagas volver el rostro de tu ungido.
11
El SEÑOR ha jurado a David una verdad de la cual no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono.
12
Si tus hijos guardan mi pacto, y mi testimonio que les enseñaré, sus hijos también ocuparán tu trono para siempre.
13
Porque el SEÑOR ha escogido a Sion; la quiso para su habitación.
14
Este es mi lugar de reposo para siempre; aquí habitaré, porque la he deseado.
15
Su provisión bendeciré en abundancia; de pan saciaré a sus pobres.
16
A sus sacerdotes también vestiré de salvación, y sus santos darán voces de júbilo.
17
Allí haré surgir el poder de David; he preparado una lámpara para mi ungido.
18
A sus enemigos cubriré de verguenza, mas sobre él resplandecerá su corona.