28
Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la cojamos?
29
Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.
30
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré á los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.
31
Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que tomándolo alguno lo sembró en su campo:
32
El cual á la verdad es la más pequeña de todas las simientes; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
33
Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudo.
34
Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba:
35
Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo.
36
Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa; y llegándose á él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
37
Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;
38
Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo;
39
Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40
De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.
41
Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad,
42
Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.
43
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oir, oiga.
44
Además, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
45
También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas;
46
Que hallando una preciosa perla, fué y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47
Asimismo el reino de los cielos es semejante á la red, que echada en la mar, coge de todas suertes de peces:
48
La cual estando llena, la sacaron á la orilla; y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera.
49
Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán á los malos de entre los justos,
50
Y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.
51
Díceles Jesús: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí, Señor.
52
Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos, es semejante á un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
53
Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, pasó de allí.
54
Y venido á su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas?
55
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y José, y Simón, y Judas?
56
¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
57
Y se escandalizaban en él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su tierra y en su casa.
58
Y no hizo allí muchas maravillas, á causa de la incredulidad de ellos.