30
Respondió aquel hombre, y díjoles: Por cierto, maravillosa cosa es ésta, que vosotros no sabéis de dónde sea, y á mí me abrió los ojos.
31
Y sabemos que Dios no oye á los pecadores: mas si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, á éste oye.
32
Desde el siglo no fué oído, que abriese alguno los ojos de uno que nació ciego.
33
Si éste no fuera de Dios, no pudiera hacer nada.
34
Respondieron, y dijéronle: En pecados eres nacido todo, ¿y tú nos enseñas? Y echáronle fuera.
35
Oyó Jesús que le habían echado fuera; y hallándole, díjole: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?
36
Respondió él, y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?
37
Y díjole Jesús: Y le has visto, y el que habla contigo, él es.
38
Y él dice: Creo, Señor; y adoróle.
39
Y dijo Jesús: Yo, para juicio he venido á este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, sean cegados.
40
Y ciertos de los Fariseos que estaban con él oyeron esto, y dijéronle: ¿Somos nosotros también ciegos?