3
Como la altura de los cielos y la profundidad de la tierra, así es el corazón de los reyes, inescrutable.
4
Quita la escoria de la plata, y saldrá un vaso para el orfebre;
5
quita al malo de delante del rey, y su trono se afianzará en la justicia.
6
No hagas ostentación ante el rey, y no te pongas en el lugar de los grandes;
7
porque es mejor que te digan: Sube acá, a que te humillen delante del príncipe a quien tus ojos han visto.
8
No te apresures a litigar; pues ¿qué harás al final, cuando tu prójimo te averguence?
9
Discute tu caso con tu prójimo y no descubras el secreto de otro,
10
no sea que te reproche el que lo oiga y tu mala fama no se acabe.
11
Como manzanas de oro en engastes de plata es la palabra dicha a su tiempo.
12
Como pendiente de oro y adorno de oro fino es el sabio que reprende al oído atento.
13
Como frescura de nieve en tiempo de la siega es el mensajero fiel para los que lo envían, porque refresca el alma de sus señores.
14
Como las nubes y el viento sin lluvia es el hombre que se jacta falsamente de sus dones.
15
Con la mucha paciencia se persuade al príncipe, y la lengua suave quebranta los huesos.
16
¿Has hallado miel? Come sólo lo que necesites, no sea que te hartes y la vomites.
17
No frecuente tu pie la casa de tu vecino, no sea que él se hastíe de ti y te aborrezca.
18
Como maza y espada y aguda saeta es el hombre que levanta falso testimonio contra su prójimo.
19
Como diente malo y pie que resbala es la confianza en el hombre pérfido en tiempo de angustia.
20
Como el que se quita la ropa en día de frío, o como el vinagre sobre la soda, es el que canta canciones a un corazón afligido.
21
Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed, dale de beber agua;
22
porque así amontonarás brasas sobre su cabeza, y el SEÑOR te recompensará.
23
El viento del norte trae la lluvia, y la lengua murmuradora, el semblante airado.