8
Guardaré mi templo
y lo protegeré de ejércitos invasores.
Estoy vigilando de cerca para asegurar
que nunca más los opresores extranjeros invadan la tierra de mi pueblo.
9
La venida del rey de Sión
¡Alégrate, oh pueblo de Sión!
¡Grita de triunfo, oh pueblo de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti.
Él es justo y victorioso,
pero es humilde, montado en un burro:
montado en la cría de una burra.
10
Quitaré los carros de guerra de Israel
y los caballos de guerra de Jerusalén.
Destruiré todas las armas usadas en la batalla,
y tu rey traerá paz a las naciones.
Su reino se extenderá de mar a mar
y desde el río Éufrates
hasta los confines de la tierra.
11
Debido al pacto que hice contigo,
sellado con sangre,
yo liberaré a tus prisioneros
de morir en un calabozo sin agua.
12
¡Regresen al refugio,
ustedes, prisioneros, que todavía tienen esperanza!
Hoy mismo prometo
que les daré dos bendiciones por cada dificultad.
13
Judá es mi arco,
e Israel, mi flecha.
Jerusalén
es mi espada
y, como un guerrero, la blandiré contra los griegos.
14
¡El Señor
aparecerá sobre su pueblo
y sus flechas volarán como rayos!
El Señor
Soberano hará sonar el cuerno de carnero
y atacará como un torbellino desde el desierto del sur.
15
El Señor
de los Ejércitos Celestiales protegerá a su pueblo,
quien derrotará a sus enemigos lanzándoles grandes piedras.
Gritarán en la batalla como si estuvieran borrachos con vino.
Se llenarán de sangre como si fueran un tazón,
empapados con sangre como las esquinas del altar.
16
En aquel día el Señor
su Dios rescatará a su pueblo,
así como un pastor rescata a sus ovejas.
Brillarán en la tierra del Señor
como joyas en una corona.
17
¡Qué espléndidos y hermosos serán!
Los jóvenes florecerán con la abundancia de grano
y las jóvenes con el vino nuevo”.