3
¡Tiro ha construido una poderosa fortaleza
y ha logrado que la plata y el oro
sean tan abundantes como el polvo en las calles!
4
Pero ahora el Señor despojará a Tiro de sus posesiones
y lanzará sus fortificaciones al mar,
y será reducida a cenizas.
5
La ciudad de Ascalón verá la caída de Tiro
y se llenará de miedo.
Gaza temblará de terror
y lo mismo hará Ecrón, porque sus esperanzas se desvanecerán.
El rey de Gaza será asesinado
y Ascalón será abandonada.
6
La ciudad de Asdod será ocupada por extranjeros.
Destruiré el orgullo de los filisteos.
7
Les quitaré de la boca la carne ensangrentada
y sacaré de entre sus dientes los sacrificios detestables.
Entonces los filisteos que sobrevivan adorarán a nuestro Dios
y serán como un clan en Judá.
Los filisteos de Ecrón se unirán a mi pueblo,
como una vez lo hicieron los antiguos jebuseos.
8
Guardaré mi templo
y lo protegeré de ejércitos invasores.
Estoy vigilando de cerca para asegurar
que nunca más los opresores extranjeros invadan la tierra de mi pueblo.
9
La venida del rey de Sión
¡Alégrate, oh pueblo de Sión!
¡Grita de triunfo, oh pueblo de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti.
Él es justo y victorioso,
pero es humilde, montado en un burro:
montado en la cría de una burra.
10
Quitaré los carros de guerra de Israel
y los caballos de guerra de Jerusalén.
Destruiré todas las armas usadas en la batalla,
y tu rey traerá paz a las naciones.
Su reino se extenderá de mar a mar
y desde el río Éufrates
hasta los confines de la tierra.
11
Debido al pacto que hice contigo,
sellado con sangre,
yo liberaré a tus prisioneros
de morir en un calabozo sin agua.
12
¡Regresen al refugio,
ustedes, prisioneros, que todavía tienen esperanza!
Hoy mismo prometo
que les daré dos bendiciones por cada dificultad.
13
Judá es mi arco,
e Israel, mi flecha.
Jerusalén
es mi espada
y, como un guerrero, la blandiré contra los griegos.