4
»En aquel día la gente se avergonzará de decir que tiene el don profético. Nadie se hará pasar por profeta vistiéndose con ropa de profeta.
5
Dirá: “Yo no soy profeta; soy agricultor. Comencé a trabajar para un agricultor en mi niñez”.
6
Y si alguien pregunta: “¿Entonces qué de esas heridas en tu pecho?”.
Él responderá: “¡Me hirieron en casa de mis amigos!”.
7
Las ovejas se dispersan
»Despierta, oh espada, contra mi pastor,
el hombre quien es mi compañero
—dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales—.
Mata al pastor,
y las ovejas se dispersarán
y me volveré contra los corderos.
8
Dos tercios de los habitantes del país
serán cortados y morirán —dice el Señor
—.
Pero quedará un tercio en el país.
9
A este último grupo lo pasaré por el fuego
y los haré puros.
Los refinaré como se refina la plata
y los purificaré como se purifica el oro.
Invocarán mi nombre
y yo les responderé.
Les diré: “Este es mi pueblo”,
y ellos dirán: “El Señor
es nuestro Dios”».